Un sol brillante y fuerte parecía imponerse al frío y al viento, poco primaverales, el 28 de octubre de 1942. A las 10.10 de la mañana la marcha de Ituzaingó anunció la llegada del Presidente de la Nación, Dr. Castillo, junto a él, el Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Ruíz Guiñazú, el Canciller de Venezuela Dr. Parra Pérez, Ministros del Poder Ejecutivo, Embajadores de los demás países americanos, el general Vacarezza, presidente de la Comisión Nacional Monumento a Bolívar, autoridades y personalidades universitarias; dieron al acto una total representación nacional.
Entre dos avenidas de cadetes, aspirantes de institutos militares y más de ochocientos alumnos de diferentes escuelas, se acercó la numerosa comitiva a los palcos instalados a la izquierda del conjunto escultórico, aún cubierto. Una guardia de honor de cinco efectivos del Regimiento de Granaderos formaba sobre la base del extenso arco de triunfo.
Luego de un discurso donde felicitó al autor de la monumental obra, José Fioravanti, el general Vacarezza hizo entrega del monumento al Presidente de la Nación, quien acompañado por ambos cancilleres descorrió el enorme lienzo dejando al descubierto la belleza de la obra.
De inmediato las bandas militares hicieron oír los himnos de ambos estados, mientras dos escuadrillas de Curtiss JN, de la Aviación de Ejército, volaban sobre la vieja quinta Lezica.
Los cancilleres de los dos países hablaron sobre la historia común de estas naciones y de sus próceres. Las autoridades se dirigieron entonces al palco instalado sobre la Avenida Rivadavia. Más de siete mil personas se habían reunido para asistir al acto.
Efectivos del Colegio Militar de la Nación; Escuela Naval Militar; Escuela de Suboficiales Sargento Cabral; Escuela de Mecánica del Ejército; Escuela de Infantería; Escuela de Caballería; Escuela de Mecánica de la Armada; Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín; Regimientos de Infantería 1; 2 y 3 y un Batallón de la Escuadra de Ríos, desfilaron por la Av. Rivadavia. Los cuatro mil efectivos fueron fervorosamente aplaudidos por el público presente. A las 12.30 concluyó el acto, quedando inaugurado un importante y bello conjunto escultórico que prestigia a Caballito y a Buenos Aires toda.
(Extractado del Libro «De la Quinta Lezica al Parque Rivadavia» – de Marina Bussio y Héctor Núñez Castro)
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