El domingo 27 de noviembre, el párroco de Santa Julia, Monseñor Antonio “Toto” Aloisio, cumplio 40 años de sacerdocio.
Por tal motivo, a las 19.00, se oficio una misa concelebrada en la parroquia. Acompañaron a Monseñor Aloisio los siguientes sacerdotes: Monseñor Enrique Eguía Seguí, Monseñor Jorge Schoeffer, Monseñor Vicente Bártolo, Pbro. Ricardo Larken, Pbro. Oscar Mercado Bolton, Pbro. Esteban Casella, Pbro. José María Vallarino, Pbro. Marcelo Herdegen, Pbro. Diego Ibarvia, Pbro. Adolfo Granillo Ocampo, Pbro. Juan Francisco Gargheis, Pbro. Rodolfo Arroyo, Pbro. Julián Antón, Pbro. Fabio Porcel, Pbro. Gustavo Gil, Pbro. Juan Martín André, Pbro. Adrián Leonelli, Pbro. Martín Bordieu, Pbro. Alberto Sorace, Pbro. Mariano Tello, Pbro. Andrés Tello, Pbro. Marcelo Tabbia, Pbro. Darío Quintana, Pbro. Fernando Giannetti, Pbro. Juan Bautista Xatruch, Pbro. Abel Contreras, Pbro. Leopoldo Messer, Pbro. Carlos Bouzzón, Pbro. Alois Bachmann, Pbro. Jorge Lettera.
Los fieles concurrieron masivamente a la misa para, posteriormente, saludar a su párroco.
Esta sería una nota correcta que, cumpliría su función de informar al vecino sobre un acontecimiento sucedido en el barrio.
Sin embargo, un medio barrial que, es también vecino, no puede abstraerse de lo que existe más allá de la fría crónica. No puede, tan solo, expresar que los feligreses asistieron en gran número a la parroquia.
Es necesario decir que el domingo 27, la iglesia de Santa Julia, colmada en su capacidad, con sillas agregadas y público de pie fue obra del amor. Del amor que los vecinos sienten por Toto que, corresponde el amor de Toto por todos ellos. Ese Toto que fue dejando jirones de su cuerpo, de su salud, en estos cuarenta años.
Ese Toto al que no le basta hacer mucho por la gente, también sabe estar con ellos.
Un cura que comparte y se conmueve con el dolor. Alguien que tiene la capacidad de descubrir, en sus hermanos sacerdotes, la pobreza y, los asiste, tanto en la enfermedad como en la necesidad.
Ese Toto que descubre y entiende el corazón de los pecadores. Alguien que descubrió, hace mucho, el gozo de servir en la misericordia.
Esa iglesia llena de bote a bote, escuchó las palabras de humildad y de agradecimiento de Toto: “Agradezco a los feligreses, a mi familia, a mis hermanos sacerdotes, a mis amigos. Especialmente al padre Severino, de la parroquia de Santa Rita, quien me enseñara el catecismo”.
Una iglesia que se conmovió ante un recuerdo íntimo de Monseñor Aloisio: “A los 14 años, yo era monaguillo. Le pedí a la Virgen que aclarara mi vocación».
«Paso una semana y yo no veía señales de una respuesta. Pero, en una procesión, mientras veía alejarse la imagen de la Virgen, paso a mi lado una persona con un rosario en la mano y, me dijo: Ya le pedí a la Virgen un lugar en el Seminario, para vos. Un año mas tarde estaba cursando el Seminario”.
Un párroco que recordó en su misa a su papá, Rafael Cayetano Aloisio, quien falleciera hace poco tiempo. También al joven padre Chifri, fallecido en Salta el ultimo jueves 24 de noviembre. Recordado con inmenso cariño en la parroquia de Santa Julia.
Un Toto que, lloró abrazando a su mamá, quien, mezclo las lágrimas de un dolor cercano, con las de alegría por ver los sueños realizados de un hijo.
Es por eso que, el cronista-vecino, no puede menos que emocionarse al ver el fervor de un hombre. Un simple hombre que se dejo seducir por el amor de Cristo y, lo hizo parte de su vida. Una larga vida de 40 años sirviendo a los demás.
Santa Julia repleta de feligreses que, hicieron largas colas para abrazar y felicitar a su párroco; es la muestra concreta del éxito de 40 años de sacerdocio del padre Toto.
Monseñor Antonio “Toto” Aloisio, ¡Las felicitaciones y las gracias de sus feligreses y vecinos de Caballito!
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