Y, cuando ese amigo fue también un maestro, queda un gran vacío espiritual.
Beto, la peleó hasta el final. Llegó, sin embargo, el momento en que ya no tenía cuentas pendientes en este mundo y, alguien lo llevó a compartir otras felicidades.
Nos dejó un mensaje de amor, de sinceridad y de alegría.
Es que, eso, fue lo que transmitió durante toda su vida. Un profesional del optimismo. Sin restarle profundidad ni seriedad a los temas, siempre surgió la parte positiva.
Fue un honor haberlo conocido y, compartido momentos imborrables.
Sin duda Juan Alberto “Beto” Badía estará locutando en otras realidades y, sin duda, la cortina será de los Beatles.
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