El diario La Nación, en su edición de hoy (viernes 24 de agosto de 2012) publica una extensa nota, donde se hace eco de los problemas que desde hace tiempo vienen denunciado la Asociación Vecinos del Parque Centenario y que fueran ya publicados reiteradas veces por «Horizonte la Revista de Caballito» y por este sitio web.
Reproducimos a continuación dicho artículo:
Hace dos semanas fue declarado jardín histórico gracias a una iniciativa vecinal; sin embargo, está lejos de contar con la promoción y salvaguarda que ese estatus normativo debería asegurarle. Se trata del parque Centenario, uno de los rincones emblemáticos del barrio de Caballito, que los vecinos denuncian «está tomado».
En rigor, en sus inmediaciones se desarrollan la venta ambulante, la venta de frutas y verduras, venta de choripanes y panchos, y de libros y artesanías. Pero el problema es que casi no queda espacio libre, dado que hay unos 3000 puestos de venta que se suman a los 30.000 visitantes que este espacio verde histórico recibe cada fin de semana.
«El mayor problema que tenemos es la falta de presencia del Estado. El parque es un agujero negro que tiene la ciudad. Cuando uno lo ve los días de semana no se imagina cómo puede estar ocupado al llegar el sábado y el domingo», cuenta con indignación Sergio Mosquera, vicepresidente de la Asociación Vecinos del Parque Centenario.
Marisa Morán, que es presidenta de la entidad, agrega: «Desde hace cuatro años la situación se ha ido descontrolando. Empezó con la llegada de manteros que ahora tienen puestos fijos».
Los vecinos cuentan que el espacio verde tiene dos áreas definidas: el perímetro que está enrejado y lo que queda fuera de él, que es lo que denuncian como «avasallado». «Son dos parques en uno. El que está enrejado está cuidado y el anfiteatro tiene unos espectáculos para toda la familia. Pero afuera hay de todo. A los artesanos originales casi los han desplazado», dice Beatriz Oller, que también participa de la asociación que llevó la iniciativa a la Legislatura.
«Sabemos que con el estatus de jardín histórico no conseguimos protección absoluta, pero es un paso», prosigue.
El parque se encuentra delimitado por la avenida Díaz Vélez, la calle Eduardo Acevedo, la avenida Patricias Argentinas, la calle Juana de Ibarbourou, Angel Gallardo y Leopoldo Marechal. Cuenta con una gran diversidad de especies vegetales y numerosas obras de arte, y a su alrededor se pueden encontrar puntos urbanos e históricos fundamentales, como el Museo de Ciencias Naturales, la Asociación Argentina Amigos de la Astrología, la Escuela Presidente Uriburu, el Colegio Divino Rostro, los hospitales Naval y María Curie, la Fundación Leloir y el Instituto de Zoonosis Luis Pasteur.
En 1908 fue concebido como el núcleo de un barrio obrero radial que no se materializó, y la concreción del parque circular rompió la trama viaria octogonal y provocó quiebres y rincones en ese sector de la ciudad.
El lago no es navegable, debido a su baja profundidad. El nuevo lago reemplazó los dos antiguos islotes por una isla biológica, en la cual habitan los patos y cisnes del lago. En sus aguas nadan carpas.
Aprovechando la forma del lugar, a la tradicional feria de artesanos y manualistas que estaban allí se sumó una feria de unos 500 puestos que tienen permiso precario. Están instalados sobre la avenida Patricias Argentinas. Sin embargo, según la denuncia vecinal, se fue perdiendo el control. «Ahí podés encontrar de todo, desde autopartes para autos hasta drogas», asegura Mosquera.
Sobre Leopoldo Marechal se asentaron unos 1000 puestos que comenzaron como manteros y luego se volvieron permanentes. Oller ironiza: «Te imaginás que venden de todo menos artesanías».
El ambiente que se vive es «pesado». Los artesanos tienen miedo de expresarse y sienten que les soltaron la mano. Ellos tienen permisos oficiales pero son blanco de amenazas y aprietes constantes. Ni siquiera quieren hablar con LA NACION y contar los problemas que sufren. «Es complicado el tema. Hay muchas mafias. Ya nos amenazaron a nosotros y a los delegados», balbucean. «Cualquier cosa que escribas nos puede perjudicar», agregaron. El número de artesanos se redujo. Sólo les quedó como espacio un corredor en el que está el mástil del espacio verde.
Los libreros están esperando el rediseño de sus espacios. El parque es un circuito elegido por los vecinos de barrios aledaños para realizar actividades deportivas como gimnasia aeróbica, o caminatas o footing por el perímetro del parque, que suma unos 1500 metros. El problema es que a veces roban espacio a las veredas. Trascendió que existe un proyecto de rediseño de los quioscos, pero los libreros quieren imponer su prototipo.
La veintena de grupos de murgas, candombe y rock que deambulan por distintos puntos del parque también es señalada por los vecinos: «El problema es que estén todos juntos a cualquier hora. Ya hemos hecho denuncias por ruidos molestos, pero no pasa nada», agrega Mosquera.
Diego Santilli, ministro de Ambiente y Espacio Público porteño, reconoce que allí hay un problema: «Queremos recuperar el parque Centenario porque es uno de los espacios verdes más utilizados de la ciudad. Tenemos un plan para hacer que recupere su esplendor y sea un lugar más seguro para todos los vecinos que lo disfrutan todos los días». El funcionario no precisó en qué consiste el proyecto.
La venta ambulante de choripanes y panchos se suma los fines de semana al ecléctico paisaje. La inseguridad se acrecienta esos días porque se agregan los trapitos y los que roban ruedas, que han dejado varias víctimas en el barrio.
El parque es un jardín histórico, aunque no lo parezca..
Por: Laura Rocha – Fotos: Propias
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir