PLAZA «PASEO DE LA VIDA DR. RENE FAVALORO»: TAREA CUMPLIDA

“Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó como a un hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, que es cierto. Espero que me recuerden así.”

Dr. René Favaloro. Carta póstuma 29-07-2000

La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires satisfizo el deseo de los impulsores, fundadores y benefactores del espacio verde sito en Rojas y Bacacay, quienes nucleados en la Asociación Vecinal Caballito Centro propiciaron el patronímico finalmente aprobado.

Teniendo en cuenta que el 14 de Julio se cumplieron 91 años del natalicio del insigne médico, resulta una ocasión más que oportuna para honrar su memoria e informarles a los caballitenses  que finalmente y no sin mucho trajinar, fue sancionada la ley 3523 del 5 de agosto de 2010, publicada en el Boletín Oficial3509 del 22 de setiembre de ese mismo año que oficializa el nombre que desde la inauguración del espacio verde el 12 octubre de 2001 los vecinos la “bautizaron” informalmente “Paseo de la Vida Dr. René Favaloro”.

Cabe recordar que por el año 2006, ante la imposibilidad transitoria de utilizar el sustantivo propuesto, la ley la N°2158/06 promulgada el 10 de enero de 2007, la denominó solamente: “Paseo de la Vida”, en razón de que debían cumplirse como mínimo 10 años de la desaparición física de la persona elegida, tal como se dispone en la Ley 83 inciso 5° del 27/11/98. Aunque ella conspiraba contra la pretensión barrial, se debe reconocer, que es una disposición realmente progresista porque tiende a la reflexión serena y desapasionada, para evitar que el poder de turno imponga nombres de personalidades y/o líderes coetáneos a su gusto y discreción. Pero como dicha legislación también contempla en el artículo 3° ciertos reparos para evitar la duplicación de nombres en los espacios públicos, existía entonces un justificado y especial interés en agilizar el trámite.

No obstante, ni el prudente plexo jurídico y menos las contrariedades,hicieron desfallecer la vocación para conseguir su objetivo; claro que mientras tanto, reafirmaron coloquialmente el nombre de: “Placita Favaloro” o “Paseo de la Vida Dr. René Favaloro” como puede leerse en la copiosa correspondencia de la ONG Caballito Centro, y que además, se reflejara en los medios de difusión como “Horizonte”. Tampoco la web y las redes sociales fueron ajenas al uso de su nombre originario y más conocido.

Esos y otros antecedentes esgrimieron los vecinos que depositaron en manos de los legisladores Jorge Garayalde y Guillermo Smith en agosto de 2010 quienes gestionaron la designación que hoy celebramos.

A manera de rendir un modesto homenaje a la memoria del cirujano, rememoraremos su biografía priorizando su bene-ficiosa y profusa obra antes que la cronología de la muerte.

Entrando en el tema digamos que el Dr. René Gerónimo Favaloro nació dos días antes del registrado oficialmente -14 de Julio de 1923- en la ciudad de la Plata. Se graduó de médico en 1949. Fue un apasionado estudiante e interno en el Hospital Policlínico de esa ciudad. Verdadero muestrario de diferentes patologías proveniente de un amplio sector circundante, que le servirían en poco tiempo y para toda su vida, de una gran experiencia, en especial en el pueblo de Jacinto Arauz, ubicado en el extremo sur-este de la provincia de La Pampa, a 200 kilómetros de Santa Rosa, rodeado de caminos sin asfalto, muchas veces anegados, senderos que cuando arreciaba el pampero desaparecían bajo la arena y que a veces formaba médanos que había que trepar en sulky o con el viejo “chivo” prestado por su tío, al que había que recubrir las cañerías de los frenos con manguera de goma para que el ripio no las dañara cuando visitaba enfermos a domicilio, hecho rutinario por la dificultad o imposibilidad para transportarlos.

Hijo de un ebanista y una modista, como él mismo recuerda con orgullo en su autobiografía, cuyas manos habilidosas habían convertido en derecho un saco de lanilla cruzado que vestía cuando partió el 25 de mayo de 1950, con su bufanda tejida, regalo de la novia y una valija pletórica de dignidad donde guardaba además de sus prendas, el sabor amargo de haber perdido la vacante en su hospital querido pese a haber sido el mejor calificado, porque para acceder a ella debía renunciar a no contradecir la doctrina política vigente.

Comenzó su labor, nada fácil para un joven médico en una sociedad cerrada y para colmo, con el propósito de reemplazar por tres meses al antiguo doctor Dardo Rachu Vega que estaba muy enfermo, pero finalmente se quedó 12 años, compartiendo la consulta y visitas hasta sus últimos días, cuando ya Favaloro se había afincado junto a su novia de entonces, María Antonia Delgado.

Les enseñó a las comadronas la importancia para la madre y bebe de higienizar los genitales antes de iniciar el proceso natural del parto. Aceptó que utilizarán el hilo de envolver los productos de la despensa, pero con paciencia y perseverancia las convenció que lo tuvieran en un frasco con alcohol para evitar infecciones. Además evitó y logró no dañar su dignidad para que le avisaran de cada parto, acordando que si todo se presentaba bien, dejaría las cosas en sus manos como reconocimiento a su experiencia. Las madres, puntualmente las primerizas, no estuvieron ajenas a los protocolos básicos de higiene, como lavarse bien las manos, hervir agua y leche más de una vez. Combatió el empacho generado por agregar harina a la mamadera, convirtiendo el alimento en un engrudo indigerible. Los maestros de las escuelitas perdidas en la inmensidad, fueron otro importante eslabón sanitario retrasmitiendo las enseñanzas desde la primera infancia. El último escalón de su pedagogía rural fue asimilar los consejos médicos a las precauciones que los propios paisanos tomaban con sus animales, tanto para alimentarlos como para el trabajo. Así les demostró por ejemplo, que tanto una comida inadecuada como el trabajo excesivo del caballo o el destete temprano del ternero producía tal sufrimiento (estrés) que a veces lo conducía a la muerte, al igual que a los seres humanos.

Pero sin dudas, el avance más importantes para esa época fue la creación de una clínica, donde sumó a su colega y hermano menor, Juan José, y a los inconvenientes económicos para adquirir camas, ropa e instrumentos, se sumaba el de conseguir auxiliares y que además de sus tareas específicas, debían asimismo cocinar, asear a los pacientes, la ropa de cama y habitaciones. Lo que resolvió capacitándolas él mismo.

Pero aún dos desafíos más debían superar. Primero, adaptar el viejo y averiado generador de energía alterna del pueblo para convertirla en corriente continua y poder así, utilizar el primer equipo de rayos X. El otro reto, además del humano, económico y el tecnológico, era esencial e irremplazable para casos críticos, disponer de un banco de sangre. La solución aparentemente insalvable para el lugar, la sorteó apelando a la solidaridad pueblerina para fundar un banco viviente con una lista de voluntarios.

Tanto fue su prestigio médico y popularidad que conviviendo en una sociedad generalmente inmigrante, profundamente religiosa, tan humilde como iletrada, pero altamente supersticiosa y generosa, llegó a ser considerado un enviado divino, de lo que recién cayó en cuenta cuando muchos enfermos le pedían que solamente los tocara. No sólo le causo un gran disgusto el enterarse, aún mayor fue el esfuerzo para desalentar y a la vez no lastimar tan inquebrantable como errónea fe en su persona.

Finalmente en 1962 viajó y residió hasta 1971 en Norte América, de donde retornó con reconocida solvencia profesional y económica ahora, como cirujano torácico de la Cleveland Clinic Foundation, donde estudió la anatomía de las arterias coronarias y su relación con el músculo cardíaco, y en cinco años fue pionero en la cirugía directa de revascularización miocárdica, conocida internacio-nalmente como bypass o puente aorto-coronario. En 1992, The New York Times lo consideró un “héroe mundial que cambió parte de la medicina moderna y revolucionó la medicina cardiaca”. Fue miembro activo de 22 sociedades médicas.  Trabajó activamente en nuestro país y fue precursor de ese tipo de intervenciones quirúrgicas. En 1975 junto a otros colaboradores creó la Fundación Favaloro, con un patrimonio propio e inicial de 100.000 pesos. En 1980, fundó el Laboratorio de Investigación Básica, dependiente del Departamento de Investigación y Docencia de la Fundación Favaloro, que luego sería el Instituto de Investigación en Ciencias Básicas del Instituto Universitario de Ciencias Biomédicas, cimiento de lo que en 1998 sería la Universidad Favaloro. En 1992 inauguró el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, entidad sin fines de lucro, donde se brindan servicios altamente especializados en cardiología, cirugía cardiovascular y trasplante cardíaco, pulmonar, cardiopulmonar, hepático, renal y médula ósea. Docente de maestros y durante años y en la actualidad, se utilizan instrumentos quirúrgicos por él inventados sobre los que nunca reclamó regalías, estimadas en unos 15 millones de dólares.

Para julio del año 2000 según relata el escritor Pablo Calvo, “Favaloro” en su condición de presidente de la Fundación y pese a realizar miles de intervenciones quirúrgicas no cobraba un solo peso pero la Fundación había contraído una deuda cercana a 50 millones de dólares, donde el PAMI, el Ministerio de Salud y el IOMA de la provincia de Buenos Aires, eran varios de sus deudores, entretelones que lo llevaron a su desesperada decisión pasado el medio día del sábado 29 de julio del año 2000.

No se puede cerrar esta síntesis sin mencionar que junto al proyecto exitoso que hoy celebramos con alegría, se proponía en la Legislatura porteña, que al hospital en Villa Lugano que estaba en vías de construcción, ubicado en la Av.Francisco Fernández de la Cruz y Escalada, llevará su nombre, como así también, cambiar la denominación de la calle Juan Díaz de Solís, en el tramo donde está emplazada la Fundación en el barrio de Montserrat. Otra iniciativa más reciente fue presentada  el 9 de agosto de 2013 proyectando cambiar el nombre de la “Estación Medicina” del subte D por el del ilustre cirujano. Por último, un detalle pintoresco: en la ciudad de Villa María, Provincia de Córdoba existe un paseo a la vera del río Calamuchita con un nombre muy parecido al de nuestra placita.

Colaboración de VEAS


1 comentario
  1. Alicia Miranda
    Alicia Miranda Dice:

    Muchas gracias por la nota en homenaje al Dr. Favaloro. Me da una gran alegría que finalmente se haya dado la aprobación al proyecto y paliar, en parte, la gran deuda, que tenemos con el Dr. Tengo entendido que también figuraba cómo proyecto el levantar un monumento en su homenaje. ¿Qué pasó con esa iniciativa? Les dejo un saludo y gracias por recordar a un grande que hizo tanto por la humanidad.

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