Flanqueando la entrada del Pasaje Balcarce, se hallaban los cafés «El Cóndor» y «El Parque». «El Cóndor», en la esquina noreste, tenía ese sello de café bien porteño, con la asistencia de poetas, músicos, hinchas de fútbol, burreros y futuros presidentes.
En la otra esquina, la noroeste, el café «El Parque» más lujoso y con el pedigree de una puerta giratoria, boiserie de roble y su famoso «reservado» de veinte metros sobre Balcarce; competía con el lujo de «La Ideal» en la esquina de Rivadavia y José María Moreno. Otro ambiente y otro público, diferente a «El Cóndor».
Tanto es así, que desde la vidriera de la ochava de «El Cóndor», Conrado Nalé Roxlo, Fermín Estrella Gutiérrez, Rafael Arrieta, Antonio Requeni, Roberto Arllt o Arturo Frondizi disfrutaban del cuadro verde del Parque Rivadavia y del inefable café; mientras buscaban la rima adecuada o el énfasis justo para un discurso político.
Javier Martínez, el bajista Alejandro Medina y Claudio Gabis discutirían, años más tarde, si Hendrix, Eric Burdon, Cream o Bob Dylan; para terminar armando Manal y componiendo ese himno urbano «Avenida Rivadavia». Un café fundacional del rock nacional, creativa escapada a los ensayos en Balcarce y Yerbal.
Allá por los mediados de los ’80 llegó el cambio. El viejo y bohemio «El Cóndor» se modernizó y transformó en centro de transacción filatélico.
Según cuenta el poeta y pedagogo Hugo Di Taranto, quien fuera amigo de Nalé Roxlo y comprador de su departamento en el quinto piso del edificio del pasaje Florencio Balcarce 15, luego del fallecimiento de Roxlo; cuando cerró «El Condor» el local y sus instalaciones les fueron ofrecidos en venta a los propietarios del edificio, pero la operación no pudo concretarse.
Años más tarde el ya alicaído «El Parque», se transformó en una vidriada heladería «Freddo». La misma, cambiará de nombre ya entrados los ‘2000, para transformarse en la actual «Persico».
«El Coleccionista», es ahora auspiciador de filatélicas operaciones en las madrugadas del domingo y de más románticos encuentros en las tardes de los viernes y sábados ya que suple la ausencia del «reservado» de «El Parque» y de «La Ideal».
Madrugadores coleccionistas concurren horas antes de que la feria se instale, para cerrar las más importantes operaciones de compra y venta de sellos postales; fuera de la vista de colegas y puesteros.
También suceden encuentros, sin afán de colección, pero que pueden terminar en un álbum de fotos de casamiento. Resultan en deslumbres y comienzos de metejones por las tardes apacibles de Caballito, por supuesto siempre enmarcadas por la fronda romántica del Parque.
Este café pertenece a los «Bares Notables de la Ciudad de Buenos Aires», considerándose por tales a aquellos bares, cafés, billares o confiterías relacionados con hechos o actividades culturales de significación; aquellos cuya antigüedad, diseño o relevancia local, le otorgan un valor propio.
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