Luego de cinco años, finalizó la monumental obra de la Plaza Primera Junta. Su puesta en valor consistió en el cambio del solado, nuevos tendidos de iluminación, cambio de luminarias y remplazo de los viejos puestos de venta de libros por otros nuevos y, su posterior reubicación.
Evidentemente una obra de semejante magnitud requirió una infraestructura ingenieril y un tiempo de características faraónicas. De allí la tardanza.
Los vecinos de Caballito debieran festejar este logro; sin embargo, no faltan aquellos vecinos con “mala onda” que se preguntan:
¿Por qué la Plaza se convirtió en un estacionamiento de motocicletas?
¿Porqué la Plaza sigue siendo el dormitorio de variopintos individuos que, mueven a un poco de temor?
¿Por qué los viernes a la noche, la Plaza sirve de comedor para indigentes?
¿Por qué no se abrió el paso de las calle Cachimayo-Repetto, como figuraba en el proyecto original?
¿Por qué no se instaló un cable por detrás y encima del monumento a Azcuénaga, para que las palomas se posen en él y no deterioren la estatua?
¿Por qué circular por la Plaza después de las 22.00 sigue siendo peligroso?
¿Por qué en una plaza cuya obra ya finalizó, hay baldosas flojas?
¿Por qué la suciedad forma parte inseparable de la Plaza?
Esos vecinos de “mala onda” son, evidentemente impacientes. Si hubo que esperar cinco años para cambiar las baldosas, los puestos de libros y las luces; bien pueden esperar otro tanto para ver materializados los reclamos pendientes.
Ud dice que el gobierno de la ciudad y la policia federal no hacen cumplir las leyes vigentes.