El traspaso del subterráneo a la Ciudad de Buenos Aires, ha suscitado nuevas polémicas y contrasentidos.
Indudablemente, el meneado traspaso que, tardó un año en efectivizarse, tuvo motivos políticos, que no racionales ni tecnológicos. Un Gobierno Nacional dispuesto a perjudicar al de Ciudad, de signo opositor y, un gobierno de Ciudad dispuesto a victimizarse en pos de algún rédito político.
En el medio de la cuestión: el ciudadano. El sufriente usuario que, es apaleado por los avatares políticos y por los “metrodelegados” que, en realidad son quienes, adheridos a lógicas trotskistas, manejan los tiempos del subterráneo… y de los pasajeros.
Pero, para no cejar en la disputa contra el gobierno de la ciudad, el traspaso trajo una nueva controversia; la Línea “A”.
Este 2013, la línea cumple 100 años de inaugurada. Aquella décimotercer línea de subterráneos a nivel mundial, se extendía hace un siglo, de Plaza de Mayo hasta Plaza Miserere. Un logro del progreso en la pujante ciudad de Buenos Aires.
Pero, parece que la palabra “progreso” se ha transformado en un pecado mortal para ciertos sectores políticos que, ironicamente, se autodenominan… “progresistas”
Así, desde diversos sectores políticos, vecinales e individuales; se escuchan alaridos de horror, furor e indignación, ante el cambio de vagones de madera, fabricados entre 1910 y 1920, por vagones chinos cero kilómetros.
Lo sorprendente es que, al amparo del “patrimonio histórico” se rasguen las vestiduras, sectores que, alguna vez en el gobierno, nada hicieron por mejorar las condiciones del transporte subterráneo en general ni la de la Línea “A” en particular.
Y cual es la sabia propuesta de los épicos defensores del patrimonio (¿O se debieran llamar patéticos opositores al Gobierno de la Ciudad?); la imaginativa y técnica propuesta es: Seguir viajando en coches de madera de 90 años de antigüedad.
Tampoco está exento de culpas el nuevo propietario del subterráneo. El mismísimo Jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta tuvo un desafortunado lapsus linguae cuando expresó en un reportaje radial: “…y, con los viejos coches se podría hacer un asado, siempre y cuando inviten…” o, cuando abrió la posibilidad de venderle un coche al periodista deportivo Horacio Pagani para que… ¡lo utilizara de quincho en su jardín!
Estas gaffes, indignas de un verdadero político, abrieron las jaulas a las fieras opositoras.
La Asociación Amigos del Tranvía, institución moral y técnicamente autorizada a opinar sobre temas vinculados al patrimonio histórico del transporte ciudadano, dijo: “Se podrían dejar una o dos formaciones de los “Le Bourgeois”. Nosotros las acondicionaríamos a su aspecto original y, podríamos hacer con ellos un recorrido histórico, similar al del tranvía”.
Pero no, los fundamentalistas proponen que, los “Le Bourgeois” sigan transportando pasajeros por otros 100 años. Eso a pesar del informe hecho por los técnicos del subte catalán que urgen a quitar de circulación, cuanto antes, a ese material por el riesgo de accidentes. Una especie de karma nacional; todo tiende a solucionarse después de más de 50 muertes. Allí los promotores de lo absurdo, se llaman a un distraído silencio o, lo aprovechan políticamente.
En verdad, hasta ahora la única respuesta técnica válida ha sido que, la Línea “A” deberá dejar de funcionar desde el 12 de enero por 60 días, debido a que se debe cambiar el voltaje de 1.200 a 1.500 Volts, ya que con esa potencia funcionan los nuevos vagones chinos. Ese cambio impediría, directamente, continuar con el servicio de los viejos “Le Bourgois”. Otro motivo es que, en el protocolo de seguridad que requiere la empresa china para entregar los coches a los argentinos es que, cada coche debe hacer un determinado kilometraje de prueba en la línea. Ese requerimiento obliga a mantener el servicio suspendido durante 60 días, con el fin de que se lleven a cabo dichas pruebas.
Sin duda estos argumentos no sirvieron para detener la ofensiva “proteccionista” de viajar, a riesgo y fortuna, en coches de más de 90 años. Así, de la mano de la política, con locuaces y rubias legisladoras de por medio, surgió una innecesaria controversia.
Pero, para darle a esa controversia un giro más alucinante todavía, para sumar confusión al caos, proponemos estas nuevas reivindicaciones:
¡Defendamos un patrimonio bien porteño, si a las calles de tierra. Desasfaltar todas las arterias del radio céntrico!
¡No a la dependencia de la electricidad, volvamos a las velas de sebo y los candiles a aceite!
¡Basta de agua corriente con gusto a cloro, aljibes, norias y carros de aguateros para toda la ciudad!
¡No a los modernos edificios que nos generan mala calidad de vida, demolamos lo existente y construyamos potreros incultos, huertas orgázmicas, pastizales bárbaros de espacios verdes y ranchos de adobe y paja.
¡No a los centros comerciales, si a las pulperías!
¡No al transporte automotor, regresemos al encanto lento y romántico de las volantas, sulkies y carretas!
¡No al pantalón vaquero, retomemos la amplia comodidad y fresca aireación del chiripá!
¡No a las religiones tradicionales, volvamos a los más tradicionales ritos originarios y a los sacrificios humanos (si son de opositores, mejor).
¡No a las cocinas eléctricas o a gas, retomemos la histórica fogata y, así, regresemos a la tradición cavernícola!
¡No a los politiqueros ramplones y patéticos…! Perdón, pero para esto no hay opciones…
Jajajajaja!!! Muy bueno. Pueden agregar No a la ropa, andemos en pel….tas!!!
Ya que cerramos por tanto tiempo cabe la pregunta; se recuperrán los ascensores que hay en las estaciones y generalmente no se pueden usar?, se incorporarán ascensores donde no hay?, la accesibilidad en la línea A es deplorable.