Decidimos visitar algunos de los pesebres que son prendas de fé en las diferentes parroquias de nuestro barrio. Todos ellos son muy bonitos, armados sobre una esmerada escenografía, algunos, incluso con cuidados detalles y con muy buena iluminación.
Entonces vienen los recuerdos de esa noche mágica, la Noche de Reyes. La ansiedad cuando eramos chicos por abrir nuestros regalos, previo cumplir con la ceremonia de colocar los zapatos, el pasto y el agua. Más tarde nos tocó ser nosotros quienes alimentamos las ilusiones de nuestros hijos…
Y hoy, somos nuevamente «los más grandes» quienes esperamos a los Reyes Magos para pedirles que nos cumplan ese hermoso deseo de un Caballito limpio, sin espacios públicos ocupados, sin el dolor de ver a hermanos desamparados en las calles, sin miedo a caminar por nuestras veredas.
Agregue usted, vecino, su deseo para que los Reyes Magos lo conviertan en realidad.
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